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Historia Hya del Infantado

 

La Hoya del Infantado

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En la comarca de la Alcarria, definida región de Castilla que comprende zonas de las actuales provincias de Guadalajara, Cuenca y Madrid, en su zona conquense se sitúa nuestra villa de Valdeolivas, j

En la zona existen indicios y restos arqueológicos, aunque escasos, de poblamientos celtiberos (proximidades de la Ermita de Llanes en Albendea, Los Cabezos en Alcocer,..), de la época romana (restos de vías romanas y el yacimiento de Ercávica en Cañaveruelas) y árabe (Santaver, probablemente también en Cañaveruelas, además de gran parte de los topónimos que dan nombre a varias villas y aldeas de la zona). Pero la verdadera historia de la Hoya del Infantado comienza con la época de la reconquista en los últimos años del siglo XI llevada a cabo por el capitán Alvar Fañez, lugarteniente del Cid Campeador. En principio el territorio quedó bajo el control de los llamados Comunes de Villa y Tierra, primero de Zorita y posteriormente de Huete, donde se mantuvo, a efectos de jurisdicción y aprovechamientos comunales de pastos, durante bastantes años.

Alfonso VII, en 1154, donó estos lugares en señorío a los Obispos de Sigüenza, pero al ser conquistada Cuenca en 1177 por Alfonso VIII, este rey incluyó la zona del Valle del Guadiela en la Diócesis de Cuenca recién creada, volviendo a quedar sus pueblos bajo señorío real.

Pero es en 1252 cuando el Infante don Manuel, hermano del Alfonso X “el sabio”, hizo donación de las villas de Alcocer, Viana, Cifuentes, Palazuelos, Azañón, Valdeolivas y otros lugares a doña Mayor Guillén de Guzmán después de separarlos de la jurisdicción realenga de Atienza. Doña Mayor Guillén, hermana de Pedro Guzmán —adelantado Mayor de Castilla— tuvo una hija con Alfonso X, Beatriz de Portugal, a quien dejó todas sus propiedades. Se crea así, un gran Señorío en estas tierras de la Alcarria que comprende los lugares de Peñas de San Pedro (posteriormente San Pedro Palmiches), Salmerón, Valdeolivas, Alcocer y Millana junto a varias aldeas que conformaban concreta comarca en el valle del río Guadiela, siendo denominada desde entonces Hoya del Infantado. Alfonso X confirmó a estos lugares en el uso de su antiguo Fuero, común al de Huete.

“A qui es vien se entienda, como en aquel tiempo y mucho antes, quando se davan algunos lugares juntos en comarca a algun infante, aquella tierra se llamava Infantadgo, y tenia muchas preminencias y exenciones. Afsi hallamos en nuestras coronicas y en escrituras antiguas mencion de algunos infantadgos en Leon y en Castilla. Todos han ya perdido este nombre, y solo lo retienen la tierra de las cincos villas ya dichas del Alcarria, que tomaron este nombre, quando la reyna de portugal doña Beatriz las dexo a la infanta doña Blanca su hija, que le vino a bivir a ca, y llama infantadgo a aquella su tierra en privilegio que tienen el monasterio de santa Clara Real de Alcocer, donde le confirma todo lo que su madre y abuela le dieron. Y por ser agora señor el duque del Infandtago de aquellas cinco villas, tiene este titulo.”

A la muerte de Beatriz, reina de Portugal heredó el señorío su hija doña Blanca, abadesa del Monasterio de Las Huelgas, quien decidió en el 1312, venderlo al Infante don Juan Manuel (el autor del Conde Lucanor y de los libros de la Caza, del Caballero y del Escudero, de los Estados y otras obras). No pudiendo éste cumplir con las condiciones de la compra, doña Blanca vende, junto con otro grupo de villas de la propiedad heredada, algunas de las que vendiera a don Juan Manuel al Infante don Pedro (hijo de Sancho IV y de Doña María de Molina). La ira de don Juan Manuel (que ya había pagado 250.000 maravedís de adelanto) ante esta usurpación se manifestó en las algaradas que promovió en Huete, Guadalajara e Hita.

“Corrió toda la tierra de Huepte, et de Guadalajara, et de Fita, et de toda esa tierra, et robo et fizo mucho mal, et mucho daño en todos esos logares”.

Finalmente el maestre de Calatrava actuó de juez en el conflicto y las villas del Infantado pasaron a la propiedad de don Juan Manuel, mientras que el resto, entre las que se incluían Viana y Cifuentes pasaron a propiedad de Don Pedro.

En el de 1367, figura en la compañía y corte del conde de Trastamara (futuro Enrique II), cuando más ardía la guerra con su hermano Don Pedro, Don Alfonso de Aragón, conde de Denia y Ribagorza, hijo del infante Don Pedro de Aragón y nieto del rey Jaime, a quien el Trastamara hiciera marqués de Villena, título confirmado en época próxima por las Cortes de Burgos, dándole las villas de Cifuentes, Salmerón, Alcocer, Valdeolivas Escalona y otras. De este pasaron a su hijo el infante Don Pedro y nuevo Marqués de Villena que murió prematuramente antes que su padre Alfonso, de forma que este mantuvo su jurisdicción sobre los estados de Villena. Aunque posteriormente Enrique III “el Doliente”(hijo de Juan I y nieto de Enrique II), revocó todos los títulos y honores que le habían concedido sus predecesores al no cumplir las labores de tutoría sobre el futuro rey Juan II que le fueron encomendadas. De forma que fueron vendidas a Don Micer Gómez de Albornoz casado con Doña Constanza de Villena, en la segunda mitad del siglo XIV.

“El rey Don Enrique, por galardonar é pagar aquellos que le ayudaron a cobrar el Reyno, partió con ellos de esta manera (...)La tierra de Don Juan Manuel dió al conde de Denia, é el Marquesado, é Alcocer, é Salmerón, é Valdeolivas: esto le compró Micer Gómez de Albornoz del algo que ovo del Cardenal Don Gil, que era su pariente" .

En las Cortes celebradas en Toro en 1371, la reina Doña Juana, mujer de Don Enrique, confirmó y aprobó la compra hecha por el dicho Gómez de Albornoz al Marqués de Villena por el precio de 30.000 ducados o francos de oro (o a 30 florines de oro), diciendo la reina que hacía la aprobación

“Sepan cuantos esta carta vieren, como yo Doña Johana por la Gracia de Dios, Reynaa de Castiella y de Leon, con licencia y otorgamiento y consentimiento del Rey Don Enrique, mio Señor, por quanto so cierta que vos Micer Gomez, fijo de Don Alvar García de Albornoz, Mayordomo Mayor del dicho Señor rey, comprastes de Don Alfon Marqués de Villena, Conde de Ribagorça y de Denia y de sus procuradores con su poder en su nombre, los lugares de Alcocer y Salmerón y Valdoeolivas y sus términos, con la jurisdicción alta y baja y señorío y mero y mismo Imperio por treinta florines de oro: lo qual hiciestes con licencia y otorgamiento de dicho Señor Rey y con mi voluntad y consentimiento y placentería, por quanto los dichos florines fueron para la redención del dicho Marqués, de lo qual el dicho Rey, mio Señor, y yo tenemos grant carga, por quanto fue preso en servicio del dicho Señor Rey, y mío, y en defendimiento del Regno. Por ende, yo así como Reina y Señora é así como heredera de los bienes de don Johan, mío padre, que Dios perdone, cuyos fueron los dichos logares que vos comprastes, de mi cierta saabiduría y de mi propia voluntad confieso en la dicha compra que vos feciestes de los dichos logares de Alcocer, Salmerón y Valdeolivas y sus términos. E si algún derecho yo avía y me pertenescía en ellos en cualquier manera, y por cualquier razón, renuncio por pleyto y posstura que vos fago, y passolo en vos, para que ayades los dichos bienes y la dicha compra de dellos ficiestes firme y estable y sana para siempre jamás para vos y para aquellos que de vos vinieren o quien vos quisiéredes. E renuncio el beneficio de la ley de Valeyamos que es fecha a favor de las mugeres, seyendo cierta y certificada del beneficio de dicha ley. E prometo por mí e por mis herederos y para agora e para siempre jamás de no ir ni venir contra la dicha compra que vos feciestes de los dichos logares, ni contra parte dello, por mi ni por otre en algunt tiempo, ni por alguna manera. E juro a Dios y a Sancta María tener e guardar e complir todo lo sobredicho y de no ir ni venircontra ello, ni contra parte dello, por mí, ni por otra, según dicho es. E porque esto sea firme y estable divos esta mi carta. Septiembre, Era de 1409 años. Yo LA REINA, Gonçalo Gómez. Regina Castellae elegionis sigillum donna Ioana dii gratia."

A este le siguió en el señorío su hijo Don Juan de Albornoz y luego la hija de este, Doña María de Albornoz, casada con el misterioso personaje Don Enrique de Villena “el Nigromantico” conde de Cangas y Tineo, dueño y señor en sus castillos de Torralba y Cifuentes, donde se dedicó a escribir extrañas obras de astrología (Los Doce Trabajos de Hercules, etc), Un cronista verídico refiere que el matrimonio de Doña María con el de Villena fue muy desdichado:

“Puesto que por causas ocultas se metió ella en un convento, aunque después salió de él para unirse otra vez con su marido, bien que nunca reinase entre ellos ningún asomo de cordialidad ni de sosiego, por que el atendía más al estudio de las artes astrológicas que a los dulces placeres del hogar doméstico. “

Hechos que se narran en la famosa novela histórica de Mariano Jose de Larra “El Doncel de Don Enrique El Doliente”.

Doña María de Albornoz, que no tuvo descendencia del humanista, heredando a aquella su hermana Beatriz que casó con Diego Hurtado de Mendoza, señor de Cañete. La dicha Doña María de Albornoz por causas no bien conocidas hizo donación a favor del condestable Don Álvaro de Luna, su primo, y pariente más próximo de las villas de Albornoz, Beteta, Torralba, Alcocer, Salmerón, Valdeolivas y otras que tenía en el obispado de Cuenca. El rey no aprobó la cesión hasta el 4 de agosto de 1438. Aquí resultan algunos puntos históricos no muy claros, por lo que toca a esta transmisión de dominio a favor del condestable. Porque, según una crónica conquense, Don Álvaro exigió a Don Diego Hurtado de Mendoza que le cediese la mitad de la villa de Salmerón y el castillo y casa fuerte de ella, y no aparece que el donante fuese marido de Doña María de Albornoz, ni tampoco que en estos manejos figurase Alcocer o Valdeolivas.

Y, sin embargo, Valdeolivas, Alcocer así como Salmerón entero, pertenecieron al condestable, puesto que, en el mismo mes de junio de 1453, no muchos días después de ser ajusticiado el valido, su hijo don Juan recibía del rey el título de conde de San Esteban y muchas villas y lugares, entre ellas Alcocer, Salmerón y Valdeolivas, con las pertenencias, jurisdicciones y ventajas con que su padre las había gozado, concesión que en 2 de diciembre de 1455 confirmó Enrique IV generosamente. El mismo monarca concertó unas capitulaciones de avenencia con la condesa de Pimentel, viuda del condestable, sobre la inquietud que por el rey se había hecho en las haciendas de la misma señora, de su hija Doña María y de su nieta Doña Juana de Luna, conviniendo las contratantes en que de dichas pertenencias quedarían en poder del rey, hasta que Doña Juana cumpliese doce años, varias villas y castillos, entre ellos Alcocer, Salmerón, Valdeolivas y otras. Se firmó el concierto en San Esteban a 4 de mayo de 1459.

No se cumplieron las capitulaciones, y así lo prueba el hecho de que en 1471 el rey Enrique IV, para recompensar a Don Diego Hurtado de Mendoza, segundo marqués de Santillana y hermano del Gran Cardenal Mendoza, por los gastos que había hecho en la guarda y servicio de la reina y de la princesa Doña Juana la Beltraneja, que tenía en su poder en nombre del monarca, le concedió las tres villas del Infantado, bien que para indemnizar a su legítima dueña, la nieta del condestable, le diese por juro de heredad la villa de Requena y otros beneficios.

"Por cuyos servicios el año de 69 le dio y hizo merced este Príncipe al Marqués de las tres villas del Infantadgo co(n) sus anaxos, q(ue) son Alcozer, Salmerón, Valdeolivas, por los gastos q(ue) avía hecho con la Princesa doña Juana, que la tenía en su poder en Guadalaxara, según escrive Gerónimo de Zurita en el libro 18 de sus Anales, o porque la jurasse por Princessa de Castilla (...)"

A quién en 1475 los Reyes Católicos quisieron ennoblecer más la merced, y en Toro a 22 de julio de 1475, expidieron un privilegio por el cual, y en consideración de los grandes servicios que a Don Diego Hurtado de Mendoza y su casa debía la real corona, le concedieron el título de “Duque de las vuestras villas de Alcocer, Salmerón e Valdeolivas, que se llaman del infantado”, diciendo del duque en el mismo privilegio que era el principal grande y caballero de estos reinos. Así se fundo ese título insigne que tan alta representación tuvo desde sus principios.

"Por ende, é por hazer principio a las dichas mercedes, é mirando a vuestro buen esfuerço, y animosidad, é buen seso, é entendimiento, é autoridad, avemos acordado e deliberado de vos fazer e fazemos Duque de vuestras villas de Alcocer, Salmeron e Valdeolivas que se llaman del infantado, e queremos e nos plasce que de aqui adelante para toda vuestra vida seades llamado e intitulado e vos llamedes e intituledes Duques del Infantado e despues de vos aquel o aquellos que vuestra Casa e mayoradgo hereden para siempre"

El primer duque del Infantado y su hermano el gran Cardenal ayudarían en 1476 a ganar la decisiva batalla de Toro. Sería el primero de una larga y honrosa serie de personajes.

En los estados del ducado de Infantado quedó esta zona hasta el siglo XIX. Forma parte de la llamada "Grandeza de España de Primera Clase" con derecho a cubrirse con un sombrero en presencia delRey. El título completo es "Duque de las Cinco Villas del Estado del Infantado", destacando entre esas villas las de Alcocer, Salmerón y Valdeolivas. La divisa de los Duques era "Dar es señorío, recibir es servidumbre", indicando que por sus riquezas no necesitaban servir a un señor más alto que ellos para recibir a cambio recompensa alguna.

La protección que durante tantos siglos dispensaron a estos lugares sus señores feudales se refleja hoy en los diversos monumentos que conforman un patrimonio artístico de gran interés: La impresionante Iglesia de Alcocer, que destaca como una de las más importantes de la Alcarria (“La Catedral de la Alcarria”) así como alguna referencia a un castillo , la de Millana con una portada de estilo románico con capiteles y curiosa decoración, Salmerón con su castillo que actualmente es el cementerio municipal y una interesante Iglesia gótica de los siglos XIV a XV, y finalmente, la Iglesia de Valdeolivas con su particular pintura mural románica, la más meridional de Europa y una de las más tardías en su realización, a finales del siglo XIII o principios del XIV. La única conservada en ese gran área que abarca las tierras de Guadalajara y Cuenca, respondiendo a su particular dignidad de Señorío Real, hecho que determinó que cuadrillas especializadas se trasladaran desde tierras sorianas o segovianas, no sólo para realizar las pinturas murales existentes, sino para la construcción de la propia Iglesia tan enraizada en las formas de hacer del románico maduro castellano.

unto con Alcocer, Millana y Salmerón, en la provincia de Guadalajara, y San Pedro Palmiches en Cuenca y algunas aldeas y pueblos más tanto de Cuenca como de Guadalajara y situado en la cuencas del río Guadiela, es parte muy destacada de la región conocida como la Hoya del Infantado, con costumbres, economía, paisajes e historia comunes, aunque las separen jurisdicciones administrativas artificiales que nada dicen del sentir de sus pueblos.

 
 
   
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